Lodge de Montaña El Melado

Era Junio, llovía intensamente sobre Santiago, Andrés me llamó para invitarme a una “charla” de una hotelera que nos ofrecía descuentos en los hoteles y restaurantes asociados, la verdad, me dio demasiada lata porque ya habíamos ido a otras “charlas” que resultaban ser puros fraudes, pero bueno…por lo menos podríamos tomarnos un par de cafés gratis...así es que partimos al Restaurante “El Otoñal”.
Allá nos esperaba un tipo que nos llevó a un salón donde nos esperaba el Gerente ¿?, ya me parecía media extraña la situación, era demasiada producción…el tipo nos mostró las ventajas del programa, que consistía en tarifas preferenciales para los socios, todo era lindo y perfecto, ahí hice la pregunta del millón “¿Cuánto cuesta?”…(porque nada es gratis en la vida) y luego de darnos el precio y de pensarlo un rato, nos inscribimos en la famosa membresía y como regalo nos dieron un fin de semana gratis en el "Lodge de Montaña El Melado" y otro finde gratis en el Resort “Bosques del Mauco”…


Días más tarde tomamos la primera opción y nos fuimos a El Melado. Cada vez que voy a viajar a un lugar nuevo me pongo a investigar a cerca de sus atractivos, actividades, etc. y ésta vez no fue la excepción.
Partimos un lluvioso día, el asunto quedaba en la precordillera del Maule, a 52 kilómetros de Linares, tomamos una vía alternativa y pasamos por pueblos como Colbún y Pinamávida, que por supuesto tienen paisajes muy lindos y típicos de la zona huasa de nuestro país.
Luego, la carretera daba paso a un camino de tierra y barro, nos salió jeepeo gratis y sin querer, ya que el camino era angosto, con quebradas y subidas y sin mucha vida humana por los alrededores, anduvimos muchísimas horas y ni señales del famoso “Lodge”, incluso llegué a pensar que era fraude todo el asunto, más aún cuando seguía lloviendo intensamente y no se veía a nadie en el camino, se obscureció y seguíamos sin encontrar nada, éramos nosotros y las luces de la camioneta que alumbraban el estrecho camino que además bordeaba un tormentoso río. Finalmente, a lo lejos, vimos unas luces, Andrés apuró la marcha y por fin llegamos!!
A nuestro encuentro salió el Administrador, Don José, que nos esperaba, y luego de acomodarnos nos fuimos a la recepción donde nos esperaba una gran chimenea y otros huéspedes. El calor de la chimenea y la rica comida casera con pancito amasado nos hizo quedarnos hasta tarde conversando con los demás, a pesar del largo viaje y del cansancio.



Al otro día nos fuimos de excursión a los cerros, a pesar de que había un sol radiante hacía mucho frío, pero una vez subiendo los cerros se nos pasó el frío, la idea era llegar a una cascada, pero el camino estaba muy trabado, así es que me quedé con Francisco e Ignacio (el hijo de Don José) esperando a los demás que sí subieron, lo malo es que el lugar estaba muy húmedo y yo estaba muerta de frío, los niños no, porque ellos jugaban…



El tiempo libre da para pensar muchas cosas y una vez más confirmé lo bueno que me hace salir a la naturaleza, el contacto con ella me da energías, vivir en una ciudad tan acelerada como Santiago nos hace olvidarnos muchas veces de las cosas valiosas y simples como lo son mirar un cielo limpio y estar en lugares donde el tiempo parece detenerse…



En el Refugio conocimos a gente interesante, que al igual que nosotros, comprendieron que a veces es bueno dejar las comodidades de nuestras casas y nuestras ciudades para volver a los orígenes y ser más libres.
Una de las razones que nos llevó a aceptar este nuevo desafío fue que queríamos conocer el Túnel del Melado, que se utiliza básicamente como canal de regadío, pero que en algunos períodos del año permanece seco permitiendo que los vehículos puedan pasar hasta el otro extremo llegar al pueblito de El Melado, obviamente que nosotros debíamos ir a verlo...nos fuimos con la gente que conocimos en el refugio, el túnel es impresionante porque su interior es de roca, prácticamente no tiene refuerzos de hormigón ni cemento, y las aguas subterráneas se escurren por las grietas dando un lindo, pero a la vez temeroso espectáculo…no pudimos llegar al final del túnel porque en cierta parte el agua empezó a subir mucho su caudal y corríamos el riego de caer porque no se veía absolutamente nada.


Al otro día, luego de almorzar emprendimos el regreso a Santiago con la sensación de haber limpiado nuestras almas y con un resfriado que tuvimos por varios días, pero felices…